La Pintada, Antioquia
Colombia
Desde temprano, Naum y su cuadrilla de ayudantes recogen el ganado regado por los enormes potreros de la hacienda Texas, a orillas del río Cauca. 120 novillos serán hoy vacunados, marcados y castrados ante la supervisión de Manuel, empleado de la empresa que comprará las reses una vez alcancen su peso adecuado; cerca de 400 kilos de carne que serán procesados para su venta en supermercados del país.
La empresa cárnica se abastece de pequeños y medianos ganaderos que alquilan sus tierras y trabajadores para el engorde de lotes de ganado. La ganadería y el campo en Colombia siempre han sido complicados. Desde tiempos de la colonia, y ahora de las autodefensas nacidas en fincas ganaderas, la historia del país y su violencia ha tenido mucho que ver con la ganadería.
Me cuenta Naum que hace dos días, en la finca de al lado, unos desconocidos retuvieron durante la noche a una familia de campesinos encargadas de cuidar un ganado, los amordazaron, subieron 50 reses a un camión y desparecieron con ellas. En la década de los 90, dos de sus patrones fueron secuestrados. A él, varias veces lo han tenido atado a un árbol durante largas noches.
Lleva 38 años castrando novillos y manejando ganado, no le gusta la ciudad, aunque sea difícil, prefiere el campo y sus animales.
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